Soñadores que me siguen

martes, 28 de mayo de 2013

It's A Beautiful Day

Noche de imsornio, en blanco, nervios con calor, convinación fatídica.


Como cada día me dirigo en metro hacia el trabajo. Al llegar a Diagonal me percato que delante de donde estoy sentada, de pie, hay un paquistani con "una bolsa sospechosa"...


Suenan las alarmas en mi cabeza y mi corazón se encoge... TERRORISTA!!!. 

Mi imaginación, envuelta por la falta de horas de sueño vuela. Seria tan fácil explosionar una bomba... Solo vería el estallido y todo habría acabado, los nervios de los últimos días, los sueños proyectados hacia el futuro, el viaje apalabrado a conocer por fin las Pitiusas...

Entonces suena su móvil. "¿Le estarán dando instrucciones?".

A través de los auriculares (siempre voy escuchando música), siento hablar en un castellano casi perfecto. "Será su jefe para decirle algo del trabajo..." pienso. 

Me tranquilizo, cuando el tren sale de la estación de Passeig de Gràcia, aunque mi inseguridad  desea que mejor se baje en la siguiente parada.

"Tiling, tilong... próxima parada...Catalunya, correspondencia con linea 1, Ferrocarriles Catalanes y Renfe"

Cuando sale del tren, siento como mi cuerpo se relaja, en mi Mp4 Michael Bouble, "It's A Beautiful day"

https://www.youtube.com/watch?v=5QYxuGQMCuU




miércoles, 15 de mayo de 2013

Anabel


"No me quiero morir, no lo quiero ni pensar, que miedo..."


Anabel es una abuelita menuda, delgadita y simpática. No ha perdido su sentido del humor pese a su avanzada edad. Desde detrás de sus gafas de pasta, sus ojos grises y acuosos han visto pasar la vida del barrio donde nació y del que nunca se movió.

"Me sacaran con los pies por delante de este barrio..."

Vive con su hija, su perro y el gato de su sobrina, que un día entro en su casa de visita y ya no se quiso marchar. A Anabel no le importo que se quedara.

Muchas mañana se juega, junto a Antonio, los millones que nunca tuvo y le gusta participar en todas las actividades que le proponen en el Centro de Día mientras espera que llegué el viernes, para poder jugar junto a sus compañeros al bingo.

Hay días que trabajar con este colectivo tan frágil te encoge el corazón. Es curioso ver sus últimos días, sus idas y venidas al pasado, a su niñez. Que te cuenten que ya están cansados, que ya no tienen nada que hacer aquí y que esperan día tras día a que les llegué el tren que les llevará quién sabe a donde. El billete lo tienen comprado...

Pero Anabel no quiere morir. Ella quiere seguir viviendo, quiere seguir disfrutando del sol, de sus calles mojadas por la lluvia, disfrutar de sus pequeñas cosas cotidianas...

Anabel quiere vivir...