Soñadores que me siguen

lunes, 2 de febrero de 2009

Lágrimas

¿ Quién no ha llorado cuando siendo niño, sentíamos la humillación de la derrota?

Eso mismo le paso ayer a Federer, un tenista al que le fue arrebatado el Nº1 en la clasificación del tenis mundial por un tenista que tenia las mismas aspiraciones, los mismos sueños que él.

Ayer el otro tenista siguió con su sueño, él impotente, vio como no podía cumplir el suyo y se puso a llorar.

Si nos paramos a pensar en lo que es nuestra vida, no es más que un puñado de ilusiones, sueños, vivencias y fotografías, ya sean en papel (ahora digitales) o mentales, llamemosles recuerdos.

Cuando heramos pequeños, lloramos más, fruto de la inexperiencia y de la inocencia. Vivíamos en un mundo protegido donde todo era posible y donde creíamos que todo lo podíamos alcanzar, era fácil y era lo que nos encucaban. Cuando se nos decía que no, llorabamos por que no lo entendíamos. Y encima no nos lo explicaban el porque no podía ser.

Mas tarde, cuando fuimos creciendo, la vida a base de "bofetadas" te iba endureciendo el corazón y en alianza con el orgullo hacia que nos tragáramos las lágrimas. Estas, que siempre han sido libres, brotaban en la oscuridad de la noche y mojaban las almohadas.

Y ahora que ya somos grandes, ya no nos importa si nos ven llorar. Hemos perdido la vergüenza, el sentido del ridículo y todas esas cosas que nos hacían ser tan comedidos de cara a los demás.

Lloramos por que ello nos hace libres, nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos y aun sabiendo que con llorar no vamos a arreglar nada no dejamos de hacerlo, por que nos hemos cansado de no sentir y eso es precisamente lo que ansiamos, sentir, ya sea alegría o pena, calor o frio, sed o hastío...


3 comentarios:

  1. mi último lloro...: en julio

    podi-.

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  2. Yo he estado muchos años con un embotellamiento emocianal, no derramé ni una lágrima... y que mal lo pasaba porque quería hacerlo pero esa preciada joya (para mí en aquel momento) no quería salir. Por suerte todo ha cambiado y ahora puedo llorar de alegría y de tristeza...

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  3. Un lloro que siempre tengo en mente (porque otro más reciente no quiero ni recordarlo): cuando se murió Sam, mi perra. A veces la echo tanto de menos...

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