Soñadores que me siguen

martes, 22 de enero de 2013

Cada día a la misma hora...


Cada día a la misma hora bajaba al submundo, donde nunca encontraba las mismas almas.

Estas se situaban delante de ella y le miraban fijamente, como si esperaran una respuesta a una pregunta nunca hecha.

Sus ojos grises, vacíos de esperanzas, cuando no la miraban, miraban al infinito, tal vez buscando una mínima gota de color...

Cuando ya todo parecía perdido, el viento abofeteaba su cara y un estruendo, ruido atronador, se acercaba hacía ella.

Entonces aparecía el tren que cada día le llevaba a la felicidad y llenaba en aquel instante la estancia de color. 

Nadie subía, tan solo ella. Por que ella sabía que había un mundo donde brillaba el sol, donde el agua era clara, la vida sonreía y los corazones eran limpios.

Y como cada día, a la misma hora... ella bajaba a los infiernos y subía al cielo... 


1 comentario:

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