
28 de septiembre, 16:00 p.m., estación de RENFE de Málaga, nueva, immaculada. Estación central Maria Zambrano.
Grande, immaculada, así nos encontramos mi hermano y yo la estación en la que cogimos el AVE , que nos pondria en una hora la gran Córdoba.
Llamaba la atención aquel nombre de mujer, que nunca habia leido, o si lo habia hecho, no recordaba. Pero sus grandes letras verdes, quedaron grabadas en mí mente, como quedo el recuerdo de mi descubrimiento de Andalucía.
Hay una esperanza a que nada espera, que se alimenta de su propia incerteza: la esperanza creadora: la que se extrae del vacío, de la adversidad, le la oposición, su propia fuerza sin oponerse por eso a nada, sin precipitarse hacia ningún clase de guerra (…)
Es la esperanza que crece en el desierto la que nos libra de esperar por no esperar nada a tiempo fijo, la esperanza liberada de la infinidad sin final que abasta y atraviesa toda la longitud de las edades.
Los bienaventurados
Maria Zambrano
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