Soñadores que me siguen

sábado, 10 de abril de 2010

Con otros ojos

Iba hacia el Forum del Treball a retomar el curso de Desemvolupament personal a empaparme de herramientas, que en el mejor de los casos me harian tener una vida más fácil.

Entonces me he visto rodeada de turistas, todos ellos vestidos de verano y con los ojos bien abiertos para poder ver lo que aquella calle de la ciudad les ofrecía en ese momento.

En ese momento mis ojos han adoptado el mismo rol que el de ellos y la calle ha adquirido una nueva dimensión.

He empezado a ver tiendas de souvenirs con toda su mercancía kits, estrafalaria, fuera muchas veces de lugar y totalmente llamativas.

También he visto que hay tiendas que se resisten al paso del tiempo y están condenadas a desaparecer a medida que desaparezcan sus dueños.

Entonces he llegado a la plaza Sant Jaume y me he sumergido en medio de su trafico restringido, turistas que miraban los edificios del Ayuntamiento y la Genaralitat y antitaurinos que exponían
sus carteles de repulsa a lo que ellos consideran un asesinato.

Luego he bajado por la calle Libreteria también
infectada de turistas y de pastelerías donde ofrecían apetitosos dulces. También hay tiendas de ropa hippy y clásica. Hay una zapateria de toda la vida, también condenada y una cerería donde me gusta bajar a comprar velas rojas para Navidad.

Al llegar a la Plaza del Ángel el metro engullía a muchos de estos turistas, a la vez de rebulgitaba
a otros

Yo he girado por la calle Tapeneria para subir hasta el lugar donde iba mientras le echaba un vistazo a la muralla romana.


1 comentario:

  1. Sí, ese es mi barrio...

    Aunque yo hago idéntico papel que los turistas que hay en Barcelona cuando viajo a otras ciudades, empiezo a verlos como una auténtica plaga, a sentirme en mi barrio como si estuviera en un zoo.

    Ciutat Vella no es tan grande ni espaciosa como para asumir las cantidades enormes de turistas que pasean por sus calles sin alterar la vida cotidiana que por ellas pretende establecerse.

    Supongo que la misma sensación tienen en Salzburg, Londres y otros núcleos urbanos sobreturistificados. Pero claro, dejan divisas y es su dinero lo único que pretendemos de ellos, su dinero a cambio de que nos miren y fotografíen (yo también lo hago, ya digo,... incluso en mi propia ciudad).

    podi-.

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