Soñadores que me siguen

lunes, 31 de marzo de 2014

Peter

Peter llego a Barcelona un soleado día de primavera, allá por el 2006. Su avión con la puntualidad de los relojes suizos aterrizo a las 17:32 p.m. procedente de Ginebra. Al salir de la terminal B sintió el aire tibio en su cara y sonrío..."oh... al fin calor", pensó, después de aguantar el frío gélido de los Alpes durante todo el invierno. Llevaba una pequeña maleta azul, repleta de pins recuerdos de sus escapadas por Europa para desconectar de su estresante trabajo de broker.

Cogió un taxi y se encamino al Continental Cool Hotel, sito en la Rambla de los Capuchinos, en pleno centro de Barcelona. Y como hacia en todos sus viajes a modo de protocolo, subió a la habitación, colgó la ropa en el armario y se dio una ducha para quitarse todo el peso de una dura semana de trabajo. Se vistió de manera cómoda y bajo a la calle a comerse la ciudad y al ser posible una paellita de marisco en el barrio de la Barceloneta, junto al aroma del mar.

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Pasaron los días y después de desayunar en la calle Boqueria se encamino hacía el hotel a coger su maleta y marchar hacia su no deseada rutina. Entonces la vio...

Ella, no tenia más de veinte años, alta, morena delgada y con una larga cabellera que le llevaba a media espalda. Cuando se giro, sus ojos verdes esmeralda se clavaron en su ojos almendrados, sonrió, se giro para acabar de llenar la botella de agua de la fuente y se marcho.

Desde entonces Peter vive en la fuente, esperando que ella un día regrese. Abandono su país, su trabajo, su familia, su gente, incluso se abandono a el mismo por una ilusión, que no amor, que quién sabe si un día volverá.


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