Cuesta respirar cuando el que cree que tiene poder sobre ti aprieta el cuello.
Pero acogiéndonos al “el que cree...” aspiramos un poco de aire, que nos alienta y nos da fuerzas para luchar por lo que es nuestro.
El camino se ha torcido. El camino por donde antes andábamos seguros, con paso firme, sin miedo, ha cambiado por completo.
Pero seguiremos caminando por él, pese al miedo y la inseguridad, mirando siempre hasta donde alcance nuestra cansada vista, buscando un atisbo de esperanza, la luz que por tenue que sea, nos de la señal de que el camino, al final y pese a las dificultades se vuelve a enderezar.
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